Por Vector Renewables en Jueves, 15 Diciembre 2022
Categoría: Trends

El efecto NIMBY (Not In My Back Yard) y las energías renovables

La transición energética es imposible sin las energías renovables y, aunque existe consenso social, tener por nuevo vecino a una planta solar o un parque eólico no es algo que agrade a todo el mundo. 

El efecto NIMBY (Not In My Back Yard), o la oposición de la comunidad frente a un proyecto renovable, es un fenómeno común y deja en el aire muchos interrogantes que vamos a tratar de responder en este post.

 

¿Qué es el efecto NIMBY?

El concepto nace de la expresión en inglés «Not In My Back Yard» y puede traducirse como «no en mi patio trasero». Consiste en la oposición frontal de una comunidad social frente a los efectos negativos de un nuevo proyecto en su entorno.

En realidad, no es un fenómeno exclusivo de la instalación de parques renovables. El efecto NIMBY también puede vincularse con la instalación de antenas de telefonía, aeropuertos, centrales nucleares o vertederos.

Lo irónico de los grupos NIMBY en relación a las renovables (y a cualquier otro proyecto) es que quieren gozar de sus beneficios, pero lejos de su entorno próximo. 

 

¿Dónde nació el movimiento Not In My Back Yard?

La primera vez que se habló del efecto NIMBY fue en un periódico estadounidense en 1980. El concepto se originó con la oposición a la construcción de un vertedero de residuos nucleares. Desde entonces, el término se emplea cada vez que un grupo social muestra su enfrentamiento a proyectos que tilda de negativos en su entorno.

A medida que la energía renovable se consolida y se proyectan nuevos parques, el efecto NIMBY se hace más habitual. El fenómeno Not In My Back Yard está presente en todos los mercados, por lo que es necesario estar preparado para gestionarlo.

 

¿Qué consecuencias provoca el efecto NIMBY en las renovables?

En especial, los motivos más denunciados por los grupos NIMBY son la modificación del paisaje y el daño al medio natural, algo que explicaremos más en detalle en los próximos párrafos. En Irlanda y Reino Unido, donde la principal tecnología es la eólica, los promotores de renovables chocan una y otra vez con el enfrentamiento de comunidades NIMBY, incapaces de ver los beneficios detrás de estas instalaciones. 

Según un estudio de MDPI (Multidisciplinary Digital Publishing Institute) sobre las ‘Tendencias de aceptación de las energías renovables en Europa’, se estima que la aceptación de los proyectos, en concreto en España, está relacionada con la incidencia económica, la participación en la concesión de permisos y el contar con una absoluta transparencia en la comunicación, entre otras cosas.

Esto impide tomar las medidas urgentes y necesarias para actuar en el proceso de descarbonización, tan necesario en la actualidad. Todos los organismos involucrados en el sector (tanto la ONU como la gran mayoría de Gobiernos o las organizaciones ecologistas) ya avanzan que necesitamos acelerar la transición energética para frenar el aumento de la temperatura global. 

Actualmente, el impacto de las renovables en la fauna y la flora del paisaje está disminuyendo enormemente gracias a los cambios regulatorios y al importante papel que se está dando a las políticas de ESG (Environmental, Social, and Governance) durante todo el ciclo de vida de un proyecto. Gracias a ello, los proyectos que se construyan serán solo aquellos que cuenten con los permisos medioambientales necesarios, más beneficios generen a nivel socioeconómico y tengan una mejor integración en su entorno. 

 

¿Y los beneficios de las renovables que los grupos NIMBY pueden ignorar?

Reducción de tarifas de acceso a la electricidad. A mayor número de parques renovables, más competitivos serán los precios.

Más infraestructuras para el entorno, un aspecto que atrae a nueva población y evita la migración a otras zonas.

Compatibilidad con la agricultura y la ganadería. Ya se ha demostrado que no hay que elegir entre agricultura o renovables; ambas conviven con éxito en la agrovoltaica. Además las renovables no solo son una oportunidad para tierras improductivas, sino que cada vez es más común ver plantas solar fotovoltaicas donde se permite que el ganado entre al recinto para pastar libremente. 

Sin impacto en la calidad del aire. Las renovables, a diferencia de centrales fósiles, no producen contaminación en el entorno, por lo que sus habitantes pueden disfrutar de una alta calidad del aire.  

Menor número de emisiones globales de CO2. Cada nuevo parque eólico o solar es un nuevo paso para conseguir la descarbonización y un planeta más sostenible. Además, estas dos tecnologías consumen muy poca agua, por lo que su huella hídrica es muy baja.

Generación de empleos directos. En el proyecto intervienen operarios de construcción, diseñadores, instaladores, etc. Según un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el sector de las energías renovables podría alcanzar los 38,2 millones de puestos de trabajo para el año 2030.

 

¿Cómo se gestiona el fenómeno NIMBY?

Este, sin duda, es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la industria renovable actualmente. Aunque no hay una respuesta clara para esto, lo cierto es que se pueden llevar a cabo diferentes acciones que incluyan:

1. Una comunicación transparente con la comunidad local antes del desarrollo del proyecto. Es muy importante transmitir las razones de la elección de la ubicación, los beneficios para el entorno (muy relacionados con la perspectiva ESG) y los planes para evitar el impacto medioambiental en la zona.

2. El desarrollo de una programación de reuniones y debates para escuchar todas las opiniones.

3. No tratar de imponer el proyecto, que solo provocará mayor resistencia de grupos NIMBY.  

4. Un seguimiento de la información local y online sobre el proyecto, para evitar la propagación de fake news vinculadas.

 

Estamos ante fenómeno complejo que necesita debate y comunicación. ¿Crees que pese al efecto NIMBY llegaremos a tiempo para la descarbonización energética? Cuéntanos qué piensas. 

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